domingo, 9 de noviembre de 2014

Travesiás por el mar de la soledad

Hay días que creo que el exceso de humedad de mis ojos se debe a la resequedad de mis labios, que el corazón en anhelos se arroja a aventuras profundas en el mar de las posibilidades, que a pesar de los años en el camino torrencial de las emociones cambiantes la experiencia no marca diferencia alguna a la hora de lanzarse a aguas desconocidas, y que por más que el sufrimiento sea parte del viento para los marinos experimentados, uno nunca puede decir que la ventisca del desazón del fracaso sea admitida fácilmente, pero así como el frío nos inmoviliza, nos arroja a nuevas aguas empujando las velas de la esperanza.


Solo puedo decir que anhelo llegar a tierra, que estoy cansado de llegar a riscos que prometen prosperidad cuando solo retrasan el viaje y rompen mi barco, rompen un poco de mi espíritu también con el impacto de la negación, mucho más cuando este golpe es inesperado y algunas veces  a traición. Pero aquellos capitanes mueven su vida no con madera y telares, sino con su voluntad, y recordar esa dulce sensación del deber cumplido y la satisfacción de llegar a un sitio al que puedes llamar con orgullo hogar es lo que agita los corazones para llegar ahí así sea a nado en aguas heladas y congeladas, por la promesa de aquel beso que calentara un poco nuestra alma.

Aquellos que dicen que se aman y que no es necesario vivir conjuntamente a alguien tienen parte de razón, pues quien no ama su barco no llegará a ningún lugar, pero dedicarse a pulir un barco para no zarpar es vivir un viaje incompleto, es perderse del riesgo pero de las recompensas también. Y así la resequedad de la briza te rompa los labios, te humedezca los ojos, te rompa tu barco y te deje como un desterrado en el océano en la búsqueda, es irrelevante porque en ultimas sentimos en el alma ese Ítaca que nos llama. y finalmente aquel que persevera alcanza o en el peor de los casos será un buen marino.

Hoy miro con esperanza desde el timón, se que me acerco porque me hago las preguntas correctas, pero aún así siento que no encuentro todas las respuestas, pero creo con orgullo que le he tomado un poco de cariño al mar de la soledad, porque pone a prueba mi temple y mi voluntad, mi paciencia y mi esperanza y me recuerda muy en el fondo que el amor es una decisión que no necesariamente es correspondida pero creo que siempre es recompensado, que hay veces que puedes no ser el protagonista pero todo aquello que entregas alivia en algo los barcos de los otros navegantes.

Si estás leyendo esto es que la dama de la suerte ha alcanzado una de mis botellas a tu barco, y espero que esto nos recuerde que a veces una palabra de aliento es todo lo que necesitamos para salir a flote de nuevo, solo no olvides que hasta el marinero más experto puede necesitar un impulso para sentir de nuevo que su brújula del alma apunta a su norte, no menosprecies un beso con sabor a sal marina, porque pueden secar lagrimas, humectar esperanzas y resonar corazones.