martes, 28 de noviembre de 2023

Desventuras de la razón probabilística en el mar de la incredulidad

 En una taberna estilo inglés en una noche lluviosa típicas de esta ciudad. Entrando por una puerta amaderada y húmeda un joven sonriente mira el lugar con algo de desinterés, pero como si estuviera escondiendo algo tras su gabán.

Al cabo de unos minutos. Musita los siguiente: señor cantinero estoy habido de reto y de emoción cuál es el trago más fuerte que tiene en el lugar y si es de la casa muchísimo mejor.

Un señor ya entrado en años frotando una jarra con un trapo lo mira y le dice:

¿Está usted seguro de lo que pide?

Seguido por unas carcajadas de aquellos sentados en la barra.

El joven responde: Hágalo total ya nada puedo perder. Todo lo he probado o me aburre así que sea cual sea el precio para pagar lo acepto.

Tras un gran silencio. El tabernero asiente y dice que va por cuenta de la casa.

Al cabo de unos minutos la gente del bar empieza a agolparse a manera de herradura en la barra a la expectativa de lo que ocurriría en aquella noche.

El tabernero comienza sacando unos cuantos licores espirituosos que podría verse su corrupción y añejamiento en las etiquetas, aunque ninguna parecía ser de alguna marca conocida.

Tras unos cuantos movimientos de agitar la copa le pide al joven que escriba en un papel el nombre de un amor perdido por el cual diera lo que fuera por saber la experiencia de un beso. Que entre más frustración hubiera más poderoso sería dicho conjuro.

El joven se rio incrédulamente mientras pensaba a quien le haría el supuesto encantamiento. Y tras anotar un nombre lo arroja doblado en el vaso de mezcla.

El tendero susurro unas palabras y sirve el vaso del licor mientras se escuchan canciones de marineros ebrios hablando del amor.

Tras tomarse el trago a himno de gritos que pedían que fuera de una sola vez. El joven se acabó la pócima que tenía un tono carmesí oscurecido.

Tras unos minutos el joven empezó a quitarse partes del traje y tendido en el suelo por la presión del valor en sus venas.

Y se vio como poco a poco un hilo de tono rojizo excepcional que se empezó a rodar por el suelo a gran velocidad.

Tras un tiempo llega una joven ligeramente menor y con una cara perdida. Cómo si estuviera en varios lugares al mismo tiempo. Se acerca y en beso apasionado se pierden en el bar. Al cabo de un tiempo la mujer sale corriendo del sitio.

Tras esto el joven en pasión idílica le dice al tabernero que fue el mejor beso de su vida pero que no entiende porque siente una tristeza abrumadora si está feliz al mismo tiempo.

Joven lo que viste no fue tu imaginación. Hubiera sido lo que tú hubieras vivido sino hubieras sido incrédulo.

Ahora sabes que esos labios eran reales y que hubieran podido estar en tu vida y por tu cobardía estás condenado a haber vivido un idilio que jamás podrá ahora ser realidad.

Su vivido recuerdo de la probabilidad es ahora tu muerte y tú condena. Añorar lo que nunca fue real. 

En esos instantes el joven se desplomó sobre el suelo gritando viendo cómo su primer amor y mejor amiga ahora corrían fuera de su vida para siempre.